Llega julio y con este mes, las primeras previsiones más o menos consolidadas, sobre lo que vendrá a ser el turismo este verano. Muchos datos y mucho análisis que suele realizarse de forma individual para un destino, España y en el que las zonas que tienen los tres elementos de sol, arena y agua salada, siguen monopolizando impactos y noticias. Se llevan la palma las dos regiones con islas, y otras conocidas zonas de costas como la del Sol, la Valenciana o la Dorada. El mediterráneo clásico, vamos. Algo menos de análisis para la Costa Verde. Casi nada del turismo de interior.
Son fechas en las que los profesionales del turismo viven rodeados de datos y previsiones. Que si un ajuste a la baja o al alza de viajeros; que si parece ser que subirá la demanda del turismo nacional, lo cual indica una recuperación interior; que si el gasto medio puede que se incremente algo. Lo clásico de todos los años.
En términos generales para el destino España, y según datos que maneja el Gobierno central: está previsto un aumento de turismo extranjero en 1,7%; se llegarán a los casi 30 millones de viajeros internacionales; y estos dejarán un impacto económico de alrededor de 34.000 millones de euros, lo que supone un 3,2% más de gasto respecto al año anterior. Otras fuentes afirman que es posible perder algo de cuota en algunos mercados extranjeros, como el alemán, en favor de algunos países denominados competidores, como Turquía o Túnez. Lenguaje cercano al beligerante y con el que se posiciona a los destinos ante los que conviene estar alerta.

Verano en una playa de Gandía (Valencia)
Ante esto, mucha expectativa y, como viene siendo costumbre en el sector, poca reflexión. En un país de 47 millones de residentes, que casi duplica estas cifras en términos de recepción de turistas extranjeros anuales y que suelen concentrarse en grandes urbes o núcleos costeros, podríamos hacernos, de una vez por todas, una pregunta: ¿tan mala sería una bajada de turistas para nuestro destino? O en esta industria solo vale el más y más. El crecimiento contínuo. ¿Por qué no aplicar otras políticas generales, más creativas o favorecedoras de desestacionalización o diversificación de destinos? Voluntades de verdad, más allá de un catálogo general o de una Web específica. A todo esto habría que sumar, hecho que no se da con estas cifras, a los turistas nacionales que quedan para las estadísticas del Familitur y a otros turistas extranjeros, que se cuelan en el vacío legal de alojamientos y transportes difíciles de contabilizar.
Vale que estemos muy necesitados del turismo. Vale que haya que proteger esta industria. Vale que muchos comamos de esto. Pero, ¿de verdad sería tan mala una bajada de turistas? ¿No estaremos viviendo aquí también “por encima de nuestras posibilidades”? ¿Por qué no aplicar soluciones que hablen de sostenibilidad, de calidad y no sólo de ingresos o incrementos de turistas? Sinceramente, creo que la reflexión merece la pena.